martes, 17 de septiembre de 2024

Periodismo, deporte y pensamiento crítico

Fotograma de El peor equipo del mundo (Taika Waititi, 2023).

Este año estreno la asignatura de «Bases del Pensamiento Crítico» en 1º de Periodismo (Universidad Francisco de Vitoria). Nueva en el plan de estudios que entra en vigor en 2024, la asignatura se imparte en el primer semestre y pretende paliar una carencia cada vez más notable en el mundo profesional del periodismo. Algunas series televisivas, como The Newsroom (Aaron Sorkin, HBO, 2012-14), parecen diseñadas explícitamente para identificar y combatir esa carencia. La serie me interesó tanto que le dediqué varias notas de este blog, con la intención de trabajarlas con mis alumnos de Teoría de la Comunicación. 

En la literatura anglosajona, el «pensamiento crítico» suele limitarse a enseñar técnicas para detectar falacias lógicas o evaluar la calidad de las fuentes de información. Esto es necesario, pero no es suficiente. El pensamiento crítico, además de un conjunto de técnicas, es una virtud, un hábito intelectual que, para aplicarse adecuadamente, debe ir acompañado de otros hábitos intelectuales y morales. Es necesario, por ejemplo, combinar pensamiento crítico y pensamiento creativo, como trataré de hacer más abajo. Es preciso también no reducir el pensamiento creativo a otro conjunto de técnicas, sino formarlo como otro hábito. Distinguir cuándo toca ser creativos y cuándo críticos es un arte, del que se ocupa otra virtud, la prudencia. Y la prudencia conecta las virtudes intelectuales con las morales: templanza, fortaleza, justicia, etc.

jueves, 30 de noviembre de 2023

De la mímesis a la subcreación: rutas para investigadores del porvenir

Mis colegas Victoria Hernández Ruiz y Javier Rubio Hípola, del GEI Imaginación y Mundos Posibles, han coordinado un proyecto de investigación y un congreso que ha reunido a magníficos investigadores en torno a la obra teórica, literaria y visual de J. R. R. Tolkien. Fruto de estos trabajos es el libro Tolkien revisitado, 50 años después de su viaje a Valinor (Sindéresis, 2023). En el libro participan algunos de los investigadores de Tolkien más reputados, como Eduardo Segura, Alison Milbank y Martin Simonson. Tengo el honor de publicar con ellos y con otros colegas un capítulo-gancho, una invitación a quienes quieran investigar la teoría poética de Tolkien, con el título "De la mímesis a la sub-creación: rutas para investigadores del porvenir".

El objetivo de ese capítulo es contribuir a una renovada comprensión de la fantasía moderna, en lo referido a sus potencialidades especulativas y prácticas, es decir, a su capacidad para cuestionarnos a nosotros mismos, nuestro mundo y nuestro modo de conducirnos en él. Para hacerlo, presenta una pregunta de investigación: ¿Qué añade la noción de "sub-creación" de J.R.R. Tolkien a la "mímesis" aristotélica? Luego ofrece un método y las fuentes fundamentales para responder a esa pregunta. Finalmente, abre una primera ruta para responder a la cuestión, en la que se indican la ruptura y la continuidad entre la cosmovisión del griego y la del británico. Precisamente en los intersticios de esa ruptura se cuela la posibilidad poética de la fantasía moderna.

Ref: ABELLÁN-GARCÍA BARRIO, Álvaro. "De la mímesis a la subcreación: rutas para investigadores del porvenir", en HERNÁNDEZ RUIZ, V Y RUBIO HÍPOLA, J. (coords.), con prólogo de Eduardo SEGURA. Tolkien revisitado. 50 años después de su viaje a Valinor, Sindéresis, Madrid, 2023, 61-80.


viernes, 24 de noviembre de 2023

Sagasti: de padres e hijos

Calle Mártires concepcionistas, 1. Madrid.

Me recuerda un doctorando —y hace bien— que no estoy cumpliendo la promesa de compartir por esta vía mi #CaminoATitular, aunque algo más lo he hecho en Ig. Lo cierto es que he avanzado mucho en las lecturas y el plan de trabajo y pronto daré cuenta de eso. Pero no así en la escritura. Acumulo más de 100 páginas que habrán de tener otro uso —futuros papers—. Pero sí, ya he encontrado el tono, al menos para la primera parte del proyecto que es, en realidad, memoria. Son ya unas 40 páginas. Comienza así...

Sagasti: de padres e hijos

Colegio Calasancio, antigua cárcel de Porlier, finales de los 80. «Es listo, pero muy vago», repetían los profesores a mis padres. Tomaban como evidencia la evaluación continua. Primeros parciales: 0, 2, 4, 3… Hacia mitad de trimestre: 7, 6, 8, 10… Nota final: aprobado. Los datos eran ciertos. La interpretación, errada. No es que yo pasara las tardes tumbado en la cama con la mirada fija en el techo, que también. Es que prefería hacer otras cosas que mis preocupados profesores no veían, pues lo las recogían los números. Jugar al baloncesto, practicar judo, escuchar música, leer y escribir, ojear láminas y dibujar, repasar atlas y trazar mapas de islas imaginarias, diseñar aventuras de Dungeons & Dragons para meter en problemas a mis amigos y ver cómo los superaban. El plan era el siguiente: gastar poco tiempo y esfuerzo en memorizar datos sin contexto o en solucionar problemas artificiales que ya estaban resueltos. Invertir el tiempo y esfuerzo ahorrados en entrenar el cuerpo, la mente y el corazón. Disfrutar con amigos de actividades estimulantes; entrar en contacto directo con los grandes pensadores, escritores, artistas; inventar situaciones realmente nuevas y tratar de solventarlas creativamente.

martes, 20 de junio de 2023

El reinado del bien y el sabor de las fresas

Fotograma de El retorno del rey (Peter Jackson, 2003).

Discutíamos el otro día la pertinencia —o no— de introducir la noción de «ilusión» en el estudio dramático del Apocalipsis de Juan. Ocurrió casi a los postres de la primera comida como doctor de uno de mis discípulos. Prolongábamos entonces la discusión iniciada por el tribunal poco antes, durante la defensa de la tesis. El tema traía cola, pues apenas seis días antes, durante la defensa de otro de mis doctorandos, el presidente de su tribunal cuestionó la pertinencia de ese mismo término en relación, esta vez, con el cine de Andréi Tarkovski.

domingo, 28 de mayo de 2023

La intimidad del fracaso

Inocente de mí, fui el pasado jueves a la Escuela Wander, creyendo que iba a escuchar a Esther Blázquez hablarnos sobre La intimidad del fracaso. Pero no, cuando Esther habla no se puede escuchar y ya, sino que uno se ve arrastrado a explorar el tema o, mejor, la intimidad que uno mantiene con el tema. Sería impreciso —y tópico— si dijera que quedamos envueltos en un clima emocional. Nos movimos, más bien, en un plano primariamente sensitivo, que da y reclama presencia y entrega personales y procura, claro, encuentro. Sí, algo así es sin duda intenso, pero muy distinto del tan burdo y frecuente mercadeo de emociones.