Fotograma de La Pasión de Cristo (The Passion of the Christ, Mel Gibson, 2004). |
Reconocemos en nosotros, hijos del último siglo, una nostalgia de auténtica vida comunitaria. Al repasar los diversos grados de comunidad que relata Emmanuel Mounier llegamos a la conclusión de que sólo lo que él llama «comunidad ideal» responde con integridad a nuestros anhelos. Allí sostiene Mounier que semejante comunidad «no es de este mundo» y, sin embargo, reconoce que tenemos experiencia de ella, que en algunos momentos nos es regalada esa vivencia en plenitud.
La comunidad ideal es algo que nunca podemos dar por descontado. Rara vez, y sólo de forma frágil y temporal, es un lugar de llegada y descanso. Por lo general, la auténtica vida comunitaria es una constelación de fuerzas vivas, una tensión constantemente renovada fruto de un amor bien orientado. El secreto de esa orientación es tratar a cada persona como a un prójimo. Así lo explica Mounier en “Revolución personalista y comunitaria”, compliado en El personalismo. Antología esencial. Sígueme, Salamanca, 2002.