Patrick Stewart es Charles Xavier en X-Men (Bryan Singer, 2000).
El profesor Xavier puede controlar la mente de sus alumnos, pero renuncia a hacerlo. ¿Por qué?
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Don Finkel dedicó su vida a la docencia universitaria. Escribió una última obra en la que, poco antes de morir, relata sus experiencias y criterios docentes. Es un testimonio interesante, además de una reflexión y propuesta metodológica aprovechable. El libro está dedicado a su esposa y a sus cuatro hijos y el tono es radical al tiempo que moderado. Radical en su propuesta, moderado en su carácter. El título es todo un desafío: Dar clase con la boca cerrada, y no es una metáfora. La obra está prologada por Ken Bain, autor de Lo que hacen los mejores profesores universitarios, libro que rescatamos de vez en cuando para este blog.
La propuesta de Finkel consiste en «dejar que hablen otros»: los libros, los estudiantes, los colegas, etc. El papel del profesor consiste en escoger una gran obra, ponerla en manos de los alumnos, dejar que éstos descubran las preguntas de fondo, dejar que las respondan, intervenir lo justo para que el debate no se salga de quicio y dar las respuestas justas, sólo cuando se tiene la seguridad de que los alumnos no podrán responderlas y después de que ellos hayan ensayado las respuestas que llevan dentro. El reto jamás es solucionar el libro pues si es un libro grande sus misterios son eso, misterios, y no tienen solución. Sencillamente, esos libros nos iluminan, nos descubren cosas, enmiendan o fecundan nuestra vida, nos despiertan del sueño cotidiano.