Fotograma de La vida secreta de Walter Mitty (Ben Stiller, 2013). Una película
en la que los "tú también" ensanchan la vida del protagonista.
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«La amistad surge fuera del mero compañerismo cuando dos o más compañeros descubren que tienen en común algunas ideas o intereses o simplemente algunos gustos que los demás no comparten y que hasta ese momento cada uno consideraba que era su propio o único tesoro, o su cruz. La típica expresión para empezar una amistad podría ser algo así: ¿Cómo, tú también? Yo pensaba ser el único». (C. S. Lewis, Los cuatro amores).
Cuando un grupo de amigos, profesores y alumnos, leímos juntos el libro de C. S. Lewis Los cuatro amores hubo algunos pensamientos del autor que se nos quedaron grabados para siempre. El citado en el párrafo que inaugura esta nota fue uno de ellos. Desde aquel día, son muchas las discusiones entre amigos -y entre copas- en las que nos hemos reconocido, mirándonos a los ojos y pensando: «¡Tú también!».
El «¡Tú también!» de Lewis y todo el desarrollo que hace en ese capítulo sobre la amistad ofrece una formulación brillante de la experiencia de encuentro, categoría filosófica que me ha acompañado desde hace años y que está en la base de la Teoría Dialógica de la Comunicación. La definición de Lewis nos permite también ordenar nuestras amistades. No es lo mismo decir «tú también te fumas la clase para jugar unas manitas de mus» que decir «tú también quieres cambiar el mundo». Al atender no sólo a lo bien que lo pasamos, sino al valor de lo que compartimos, aprendemos a valorar mejor cada una de nuestras amistades.
Todas estas razones vividas y meditadas me animaron en enero de 2008 a empezar una serie de columnas en LaSemana.es con el título Tú también, en las que relaté diversas experiencias de encuentro –especialmente con autores de obras culturales y personajes públicos– que terminaban siempre con una misma frase: «ese lugar donde la vida se ensancha», pues entre las consecuencias de la amistad y del encuentro está el distenderse de nuestra intimidad, la recarga de energía espiritual y la ampliación del horizonte de nuestra vida. Dicho en breve: una vida cuajada de experiencias de «¡Tú también!» es una vida grande. Una vida que no es capaz del «¡Tú también!» es una vida que se agosta y se marchita.