Misty beach, por Engelbert Romero. |
Te he compartido en algunas notas mi preocupación por recuperar el asombro como la disposición originaria para el aprendizaje y el desarrollo personal. En La Ruta del encuentro, José Ángel Agejas insiste en que la formación universitaria debe empezar en el asombro, caminar en él y concluir en un nuevo asombro, habiendo aprendido algo por el camino. Catherine L’Ecuyer (Educar en el asombro, Apego & Asombro) habla del asombro como motor del aprendizaje y de la importancia de mantener viva esa actitud en los niños.
Este principio pedagógico ya lo descubrieron los griegos. ¿Por qué parece que debemos aprenderlo de nuevo? Agejas y L’Ecuyer tienen sus teorías, que yo complemento con ésta: porque hemos perdido el sentido del misterio. Reconocer que sabemos poco, convivir con la incertidumbre, es incómodo. Cuando los niños nos hacen preguntas asombradas matamos su asombro dándoles respuestas científicas o con ese definitivo porque sí y punto. "No lo sé" no nos parece una opción aceptable cuando, muchas veces, es la más sensata.