Francisco de Goya, Saturno devorando a su hijo, 1819-1823. |
No es ya una cuestión de felicidad individual, sino de supervivencia global. Pero dudo de que esa solución sea algo más que un parche. No porque sepa mucho de esa abstracción fantasmal que nos mantiene a todos preocupados, sino porque algo sé de los hombres, que somos los que creamos aquel sistema y los supuestos beneficiarios del mismo. Ésta es mi tesis: si la lógica del sistema que inventamos no es la lógica del verdadero desarrollo humano, algo terminará por romperse: o el sistema, o los hombres que lo sustentan.
La lógica del actual sistema presupone -contra toda evidencia- que la felicidad se identifica con la satisfacción de necesidades. No es necesario decir que la satisfacción es un valor. La cuestión es si es el valor supremo. Los seres humanos quedamos satisfechos por nuestros logros, o cuando alcanzamos los resultados esperados, cuando recibimos un salario justo, cuando lo recibido se ajusta a nuestra demanda, etc. Todo eso nos deja satisfechos, pero nada de eso nos hace felices. Por el contrario, cuando no tenemos lo que queremos y estamos insatisfechos creemos que obtenerlo nos dejará satisfechos... pero... ¿nos hará felices? Cuando satisfacemos una necesidad o un deseo no aparece la felicidad... sólo desaparece la inquietud y, en su lugar, queda un vacío. Si no superamos esa lógica, todo se limita a encontrar o inventar nuevas insatisfacciones que satisfacer. Y la rueda es cada vez más pesada. Y el vacío es cada vez mayor.