Robin Williams interpreta al Sr. Keating
en El club de los poetas muertos.
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Por otro lado, carpe diem es una expresión de la que se ha abusado para menospreciar el valor del pasado y del futuro. En realidad, el hombre sólo puede vivir la plenitud del presente en cuanto que hace pie en el pasado y se proyecta hacia el futuro. Cualquier otra forma de vivir el presente, de carpe diem, es imperfecta: sin pasado, el presente carece de identidad y sustento; sin futuro, al presente le falta densidad y sentido. Sólo cuando acudimos al pasado o al futuro como evasión, entonces sí, éstos dejan de alimentar el presente para matarlo.
Sería muy sugerente revisar desde esta óptica (la adecuada relación entre pasado, presente y futuro) toda la película de El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989). Desde la propuesta pedagógica del colegio a la del profesor Keating, pasando por el modo en que los alumnos entienden (o desquician) ambos planteamientos.
Ese latinajo del carpe diem no pretende situarnos en un tiempo distinto del que nos toca, ni tampoco menospreciar el valor del pasado o del futuro. Es más bien una exhortación, una llamada a aprovechar al máximo nuestra vida. No elegimos el tiempo que nos ha tocado vivir; pero sí elegimos qué hacer con el tiempo que nos es dado, le dice Gandalf a Frodo precisamente cuando el hobbit deseaba huir del presente. «Pero yo te digo que cualquier oficio se vuelve filosofía, arte, poesía, invención, cuando el trabajador entrega a él su vida», decía Eugenio D'Ors en otro contexto, para subrayar algo muy parecido: si vivimos con plenitud cada momento de nuestra vida, desterraremos el aburrimiento y todo será aventura.