lunes, 13 de mayo de 2013

El misterio de la filosofía y la filosofía del misterio

William Turner, Tormenta de nieve en alta mar (1842).
La filosofía moderna, en su búsqueda de seguridades, abandonó la categoría de lo misterioso, tachándolo de irracional, emocional, religioso, subjetivo o no científico. Es cierto que debemos depurar el concepto de muchas connotaciones y adherencias que ha sufrido a lo largo de la historia. Sin embargo, es imposible comprender al hombre y su singular situación en el mundo sin atender a la categoría filosófica del misterio. Comprender la noción de misterio exige esfuerzo, pero, al hacerlo, ganamos luz para todo lo demás.

Hace unos días hablábamos del asombro como clave de la formación integral. Pues bien: misterio y asombro son las dos caras de una misma moneda, los dos polos que articulan la experiencia de encuentro entre el hombre que se asombra y la realidad que nos revela su misterio.

Antes de entrar en la necesaria depuración y explicación del concepto, tarea que nos llevará varias entradas, quiero compartir contigo dos ejemplos y citar a tres testigos que nos hablen de la necesidad de vivir desde la categoría del misterio. Primero te comparto algo sobre el misterio y la filosofía, acompañados por Josef Pieper. Después, quiero hablarte del misterio de nuestra propia vida, con palabras de Ortega y Gasset y versos de José Hierro.

jueves, 2 de mayo de 2013

¿Se puede vivir de una vocación? Preguntamos a Javier Riera y a Pepe Cruz-Novillo

Obra de Javier Riera (en JavierRiera.es)
Destrezas, habilidades y competencias son las palabras mágicas que debemos usar hoy para justificar que ofrecemos una formación de calidad. Desde su implantación en la Universidad (el famoso Espacio Europeo de Educación Superior), una de mis preocupaciones ha sido la de conectar las habilidades y competencias (como medios en los que nos entrenamos) con los fines por los cuáles adquirimos esos medios*.

En este contexto formativo, los profesores y alumnos de 1º de Grado en Bellas Artes, Diseño y Arquitectura  de la Universidad Francisco de Vitoria tuvimos un encuentro con dos profesionales de primera línea: el artista Javier Riera, y el diseñador y arquitecto Pepe Cruz-Novillo Jr. (@ppcruznovillojr). Ambos se prestaron a responder a nuestra pregunta: ¿Se puede vivir de una vocación?


Javier Riera: “La vocación tiene un componente importante de decisión”

“Respecto de este tema de la vocación y su relación con mi trabajo, a mí me interesa la relación entre la geometría y la naturaleza, y a eso me he dedicado artísticamente en estos últimos años. La vocación es siempre una decisión. Puede ser una decisión más o menos inconsciente y tiene algo de inspirada, pero una parte muy importante es decisión. Mi consejo: Hacedlo todo en la vida con decisión. Incluso si dudáis, dudad con decisión. No hay vocación sin momentos de duda o de crisis”.

“La vocación siempre tiene un elemento cultural que condiciona la aparición de ese impulso. Luego hay importancia de lo familiar. En mi caso, tengo antecedentes de un pintor vasco. Esa influencia de lo familiar tiene dos direcciones. Puede funcionar como una imantación (que lleva a la imitación, como contaba Pepe), pero también otra peligrosa, cuando los padres proyectan en el hijo lo que ellos no han podido ser. Comentaba el otro día la importancia que tienen las madres en Bellas Artes. Yo les digo a mis alumnos que un ejercicio es muy malo y ellos me responden: ‘a mi madre le gustó’”.

sábado, 27 de abril de 2013

El asombro y la formación integral

Ángel Barahona después de una predicación en el desierto, lugar de prueba, silencio y creatividad. Foto: Álvaro Abellán
Es un tópico afirmar que Aristóteles situaba el thaumázein (el asombro, la admiración, el maravillarse, lo milagroso…) como principio del filosofar. La confusión llega cuando tratamos de explicar qué significan, para Aristóteles, las palabras thaumázein y filosofía. Para el griego, a diferencia de lo que muchos de nosotros imaginamos, la filosofía no era un ejercicio de salón, ni de introspección solitaria, sino un diálogo amoroso que comprometía toda su existencia y a cuya luz orientaba su vida personal y su vocación pública.

Dicho de otra forma: cuando Aristóteles sitúa el asombro como principio del filosofar, lo que hace es reconocer una disposición originaria desde la que construir un proyecto personal cuyo fin último es nuestra realización integral como seres humanos. Quien no vive en el asombro, desde el asombro y para el asombro pierde su disposición originaria como ser humano y está en camino de deshumanización.

Cuando pensamos sin asombro, nuestras ideas se tornan falsas muecas de lo real. Cuando juzgamos sin asombro, nos creemos dioses. Cuando actuamos sin asombro, imponemos una voluntad de dominio que impide nuestro encuentro con el mundo y con los otros. En el menos malo de los casos, el hombre sin asombro es un muerto en vida, gobernado por un piloto automático que ya pensó y decidió por él y que dirige su acción sin el menor atisbo de duda, conmoción, agradecimiento o alegría. En el peor de los casos, el hombre sin asombro es, además de un muerto en vida, una vida asesina, en la que su falta de asombro y de sensibilidad daña a quienes lo rodean. G. K. Chesterton lo expresa con su habitual contundencia: “Perecemos por falta de asombro”.

martes, 16 de abril de 2013

Momo: maestra de escucha y silencio interior

No he encontrado al responsable de esta edición (ni al  ilustrador). Si lo conocéis, avisadme, para recomendarlo. ;)

La escucha activa es un tema recurrente tanto en las técnicas de comunicación interpersonal como en las de negociación, de convivencia familiar, etc. Sin embargo, es un tema poco trabajado en el ámbito de la comunicación social. Quizá la razón es que parece algo evidente: sin escucha no hay comunicación. El comunicador debe saber escuchar (a otros, a la realidad, a sí mismo) para poder decir algo. Dicho con radicalidad: cualquier palabra valiosa es hija de la escucha. Y esa máxima vale para un profeta y para un tuitero, pasando por un periodista, un publicitario o un guionista. Sin embargo, el tema no es tan evidente (como reflejan los estudios sobre negociación o sobre comunicación interpersonal), porque hay diversas formas de escuchar, así como diversos grados o niveles de escucha. En última instancia, la escucha radical exige algo que es muy difícil, y que está más allá de toda técnica. La escucha radical exige silencio interior.

domingo, 14 de abril de 2013

De profesor invitado en la Anáhuac Puebla, México

En un momento de la lección magistral
He tenido el privilegio de impartir clase en la Anáhuac Puebla, en México, en calidad de profesor invitado. Mi visita comenzó con una lección magistral ante la comunidad universitaria sobre el tema La escucha activa y el silencio interior, en la que además de compartir algunos recursos técnicos, aprendimos de Momo, maestra de escucha. Tuve también la oportunidad de vivir seis encuentros con grupos de alumnos de diversas carreras, para conversar sobre el plan de Humanidades transversal en todos sus grados, llamado el Bloque Anáhuac.

Pude disfrutar también de dos encuentros con colegas. El primero, con profesores de diversas carreras, tenía por objeto el re-pensamiento de sus materias en clave humanística. Nuestro reto es trabajar en la formación integral de la persona desde cada asignatura particular. En periodismo, para hablar de esto, solemos citar a Kapuscinscki: “Para ser buen periodista es necesario ser buena persona”. ¿No ocurre así con todas las profesiones? El segundo encuentro fue con profesores de Humanidades. Aunque todavía hay quien se pregunta por el valor del Historia, la Filosofía y el Debate para ejercer cualquier profesión, la realidad se empeña en confirmarlo. [Por poner el último ejemplo, citaremos el artículo de El País La crisis del pensamiento occidental].