|
Grandes Libros II: Cartas a Lucilio y Las Leyes |
«Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos».
(
Francisco de Quevedo)
Ya ha visto la luz el segundo volumen de la colección Grandes Libros, financiada por la
Universidad Francisco de Vitoria.
Cicerón, con una síntesis de
Las Leyes, y
Séneca, con una significativa selección de sus
Epístolas morales a Lucilio, son los protagonistas de este segundo volumen. O, mejor, son los interlocutores del lector que quiera aprender a
vivir en conversación con los difuntos y escuchar con sus ojos a los muertos. Para facilitar el diálogo con los clásicos, ambas obras van precedidas por una guía de lectura que pone en contexto al autor y la obra, además de proponer ejercicios prácticos para aprender a leer como universitarios. El volumen recoge también dos artículos divulgativos:
Roma: el mundo está para gobernarlo y
El derecho romano y la cultura europea.
Cicerón, frente a
Catilina, representa la victoria de la razón sobre la ambición, del pueblo leal sobre el noble corrupto, de la Justicia sobre la fuerza bruta. En
Las Leyes recoge los fundamentos de esa victoria, que no son sino los del Derecho Natural, y que impulsan la lucha de Occidente por la conquista de los derechos humanos universales.
Séneca escribe a
Lucilio con la conciencia de que sus palabras serán recogidas por los hombres del futuro. No escribía ya para su tiempo, que dio por perdido. Escribió para nosotros, que podemos reconocernos en el joven Lucilio. Sus epístolas son, por lo tanto, el legado espiritual de uno de los filósofos, políticos y humanistas romanos más notables. Él entendía que la elegancia de un hombre debe manifestarse en todo; también en sus palabras. Eso convierte sus escritos en una joya no sólo espiritual, sino también estilística.