Fruto de mi colaboración con la Cátedra de Irene Vázquez de Empresa Centrada en la Persona, ve la luz Teoría General de Sistemas y Persona. Paradigma, ideología, convivencia (Editorial UFV, 2021). El libro fue, originalmente, un documento interno, de discusión entre colegas. Es un texto escrito a la contra, pues me preocupa y duele hondamente el proceso de estandarización que, en orden a la eficiencia, sufren los equipos humanos de las grandes organizaciones. Parejo al tiempo de su escritura ha corrido el crecimiento de la universidad en la que trabajo, con la ¿inevitable? transformación de muchas antiguas relaciones personales en envíos de formularios anónimos.
La noción de «sistema» se ha extendido para referirse tanto a los equipos como al conjunto de las organizaciones. Esa expresión puede llevarnos a interpretar que los «sistemas humanos» son conjuntos de personas agrupadas entre sí con el objeto de cumplir alguna función –la función del sistema–. Así, cada persona está referida a las demás y al conjunto del sistema. De esta idea se desprenden algunas consecuencias, presentadas a veces a modo de «leyes sistémicas», del tipo: un cambio en alguna persona afecta a todas las demás personas y al conjunto del sistema; y viceversa, un cambio en el sistema afecta a cada una de las personas del sistema y a las relaciones entre ellas. Si estas leyes, y otras semejantes, resultaran ser ciertas, estaríamos ante un saber universal acerca de cómo funcionan los distintos «sistemas humanos», lo que nos permitiría desarrollar una herramienta para diagnosticar cada sistema y para diseñar un proyecto de transformación con el que acompañar al sistema desde su situación actual a otra mejor. Este planteamiento resulta sin duda atractivo.