Guy Montag (interpretado por Oskar Werner) comete el delito de leer en Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966). |
Seguramente la mayoría de nosotros sólo hemos escuchado las palabras “rebelde” y “estudiar” en esta frase, u otra similar: «Ese niño -o adolescente, o joven- está un poco rebelde, no quiere estudiar». Esa frase es lo que se llama un tópico: algo que se repite, que todo el mundo repite sin pensarlo demasiado. Casi como una respuesta automática ante una situación estándar. Los tópicos suelen consolidarse porque explican suficientemente bien una realidad; pero no significa que la solucionen. El problema de los tópicos es que, como tópicos, empiezan a funcionar por sí mismos, desgajados de la situación concreta a la que se refieren y extirpados también del contexto intelectual en el que ese tópico era algo más que un eslogan.
Me detengo en explicar qué es un tópico porque es un caso que nos sirve bien para ilustrar el sentido de esta nota: «La rebeldía de estudiar». Porque si un tópico es una afirmación dominante e indiscutible, que todo el mundo repite sin necesidad de pensar y que lleva a todo el mundo a actuar exactamente de la misma manera, resulta que el acto de pensar o repensar los tópicos es un acto de rebeldía intelectual. Y el acto de denunciar y desarticular los tópicos que se han descubierto como falsos es ya una rebeldía social. Es, de hecho, uno de los actos de rebeldía por los que Sócrates fue condenado a muerte.