Inocente de mí, fui el pasado jueves a la Escuela Wander, creyendo que iba a escuchar a Esther Blázquez hablarnos sobre La intimidad del fracaso. Pero no, cuando Esther habla no se puede escuchar y ya, sino que uno se ve arrastrado a explorar el tema o, mejor, la intimidad que uno mantiene con el tema. Sería impreciso —y tópico— si dijera que quedamos envueltos en un clima emocional. Nos movimos, más bien, en un plano primariamente sensitivo, que da y reclama presencia y entrega personales y procura, claro, encuentro. Sí, algo así es sin duda intenso, pero muy distinto del tan burdo y frecuente mercadeo de emociones.
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domingo, 28 de mayo de 2023
lunes, 3 de octubre de 2016
Filosofía del encuentro: educación, desarrollo personal y ética profesional
De izquierda a derecha: Antonio García-Escribano, Alfonso López Quintás y Ninfa Watt,
durante la clausura del I Congreso Creatividad y Valores, del 30-09 al 2-10 de 2016, en Madrid.
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María Ángeles Almacellas nos habló de «El cine como instrumento educativo» y, a modo de práctica, proyectó el luminoso mediometraje Binta y la gran idea (Javier Fesser, 2004). Así empezó, la tarde-noche del viernes 30 de septiembre, el pre-congreso. La doctora Almacellas, crítica de cine, tiene una larga trayectoria como educadora, faceta en la que aplica el cine a la formación de la juventud en valores. Una parte significativa de su trabajo, muy aprovechable para padres y educadores, está recogida en sus libros Educar con el cine. 22 películas (Eiunsa, Pamplona, 2004) y en Seguir educando con el cine (Digital Reasons, 2015).
martes, 23 de junio de 2015
Ryszard Kapuscinski: el buen periodismo y el pensamiento dialógico
Ryszard Kapuscinski y sus fotografías en Oviedo, con motivo de
la recepción del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003.
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La reflexión académica sobre el periodismo está gravemente lastrada por planteamientos cientificistas, funcionalistas y cibernéticos que nublan la dimensión personalísima de este quehacer profesional. La sociedad es entendida como una gran maquinaria y el periodismo es una función más al servicio del gran engranaje social.
Las noticias han de ser objetivas, no ya en el sentido de veraces –cosa evidente–, sino en el de impersonales, asépticas, neutrales, liberadas de toda pretensión de moralidad y de personalidad. Como los análisis clínicos o las pruebas de laboratorio. Durante años se ha considerado un rasgo del estilo noticioso lo que propiamente es ausencia de estilo, es decir, el estilo impersonal. La noticia pura no debía ser firmada, para subrayar que no importa quién la escribe, pues sólo importan los hechos y los datos, científicamente ordenados conforme a la pirámide invertida.
Durante mis estudios de doctorado traté de buscar otros fundamentos en los que asentar una Teoría de la Comunicación con un rostro más humano. Encontré en el pensamiento dialógico esa fuente. Supe entonces que el modelo básico para comprender la comunicación social no es la comunicación entre máquinas (Modelo matemático de la información) ni la comunicación entre animales (Modelo funcionalista, fórmula de Lasswell), sino el diálogo interpersonal. Y supe que la filosofía del diálogo es la matriz desde la que comprender la comunicación social.
miércoles, 22 de octubre de 2014
¿Qué significa «encontrarse con uno mismo»?
En busca de la felicidad, uno más de los innumerables relatos que exploran el drama de encontrarse con uno mismo. |
Así, a bocajarro, me dispararon esta pregunta quizá inocente, pero sin duda certera: «¿Qué significa, desde la filosofía dialógica, la expresión “encontrarse con uno mismo?”». Fue en la penúltima edición del IV Módulo de formación en el Ciclo Fundamental de Coaching Dialógico organizado por el IDDI en la Universidad Francisco de Vitoria.
Aunque estas sesiones son fundamentalmente prácticas y experienciales, reservan algunos momentos para profundizar en la filosofía del modelo. Ahí estaba yo para reflexionar con ellos sobre la experiencia de encuentro, central en cualquier estilo de coaching, pero sólo abordada en sus estratos más profundos en el modelo dialógico. Prometí entonces una respuesta algo más extensa de la que nos permitió aquel encuentro. Sirva esta nota para cumplir mi palabra.
La filosofía dialógica sostiene que las personas somos sujetos libres a quienes «la vida nos es dada, pero no nos es dada hecha: la vida es quehacer» (Ortega y Gasset). Ese «quehacer» pasa por buscar nuestra propia identidad, nuestra vocación, tarea que sólo logramos gracias a diversas experiencias de encuentro. Tienes una explicación sintética sobre el dinamismo del encuentro personal como camino para recuperar nuestra vocación en esta nota, ilustrada por una magistral secuencia de la película Veredicto final (Sidney Lumet, 1982).
domingo, 6 de octubre de 2013
El Coaching Dialógico ya tiene un manual de referencia
Portada del libro Coaching Dialógico. |
ALONSO, Susana; ABELLÁN-GARCÍA, Álvaro; AGEJAS, José Ángel; MÁRQUEZ, Natalia; PEETERS, Nadia; REVUELTA, Pilar; ÁLVAREZ CAMPILLO, Juan Carlos; MARTÍNEZ, Carmen.
Coaching Dialógico
LID Editorial, colección acción empresarialMadrid, 2013.
[Disponible en papel y en eBook]
[Extracto]
El libro Coaching Dialógico es fruto de 10 años de experiencia en desarrollo personal y otros tres de investigación interdisciplinar para crear una escuela con una sólida fundamentación antropológica. Filósofos, psicólogos y coach de diversas escuelas hemos trabajado juntos para alumbrar un nuevo estilo de coaching, el primero gestado en España, cuyos ciclos de formación -por ahora siete ediciones- confirman su enorme potencial para acompañar a las personas en su camino de plenitud.
Ya expliqué en LaSemana.es qué me llevó a formar parte de ese equipo. Mi convicción de que es en el diálogo auténtico donde cada uno de nosotros descubrimos quiénes somos, quiénes queremos llegar ser y cómo llegar a serlo, tuvo mucho que ver. Mi tesis doctoral, que busca fundamentar una Teoría Dialógica de la Comunicación, fue un hallazgo para quienes gestaban este modelo. Su invitación a incorporarme al proyecto de investigación era una llamada que no podía dejar de escuchar. Ahora quiero compartir contigo, muy sintéticamente, el valor distintivo de esta escuela de coaching, así como lo que te puedes encontrar si adquieres el libro.
El coaching es una práctica profesional emergente que nace en el ámbito deportivo, en disciplinas donde el inner game (el juego interior), es especialmente importante: tenis, esquí, golf… El mundo de la empresa importó la idea con enorme éxito, lo que ha permeado otros ámbitos: el acompañamiento terapéutico, el coaching de equipos, educativo, familiar, life coaching, etc. El coach es una persona formada para ser un entrenador personal que acompaña al cliente o coachee en el proceso de identificar sus retos, metas e ideales, trabajar sobre su propósito vital, valorar diversas opciones y desarrollar su capacidad creativa, diseñar planes de acción, ejecutarlos, valorar los resultados y… vuelta a empezar.
miércoles, 26 de junio de 2013
El dinamismo del encuentro: cuatro primeros cambios que nos abren a la plenitud
Los filósofos del diálogo sostienen que la plenitud de la vida humana se da en el encuentro. ¿Qué quieren decir con esto? Evidentemente, no se refieren a la mera conversación o trato humano, sino a una forma específica de relacionarnos con los otros que nos permite descubrir quiénes queremos ser y cómo llegar a serlo. Esa forma de encuentro no hay que buscarla en lo visible o en la superficie, sino en lo invisible. Algo que no se ve a primera vista, pero que nos revela en lo que vemos y que es lo realmente determinante para nuestra vida. ¿Cuáles son esos cuatro cambios que se dan en el encuentro con otro y que nos abren a la plenitud de nuestra vida?
El pasado sábado fui invitado para hablar de este tema con una veintena de coaches que actualmente se están formando en el Ciclo Fundamental de Coaching Dialógico® desarrollado por el IDDI de la Universidad Francisco de Vitoria. Para entrar en materia, vimos juntos esta secuencia de la película Veredicto final, protagonizada por Paul Newman y dirigida por el maestro Sidney Lumet.
El abogado Frank Galvin (Paul Newman) está desahuciado, enajenado en su propia vida, alcoholizado. Lleva años aceptando casos fáciles para pactar antes de ir a juicio, cobrar su comisión y sobrevivir, sin tener muy claro si merece la pena hacerlo. Así pretende enfrentarse a su nuevo caso: una clara negligencia médica ha dejado a una niña en cama, con muerte cerebral. Frank va al hospital, toma unas fotos de la niña y, en ese preciso momento, se re-encuentra con su vocación: “soy su abogado”, dice. Irá a juicio y tratará de que se haga Justicia. ¿Qué ha pasado? En el ámbito de lo meramente visible, nada. En el ámbito de lo estrictamente personal, todo. La secuencia, cinematográficamente hablando, es magistral, pero dejaré ese tema para el final de esta entrada. Ahora quiero centrarme en la anatomía del encuentro: el destilado de los cuatro cambios que se operan en la realidad, fruto del encuentro de este abogado con su cliente.
sábado, 27 de abril de 2013
El asombro y la formación integral
Ángel Barahona después de una predicación en el desierto, lugar de prueba, silencio y creatividad. Foto: Álvaro Abellán |
Dicho de otra forma: cuando Aristóteles sitúa el asombro como principio del filosofar, lo que hace es reconocer una disposición originaria desde la que construir un proyecto personal cuyo fin último es nuestra realización integral como seres humanos. Quien no vive en el asombro, desde el asombro y para el asombro pierde su disposición originaria como ser humano y está en camino de deshumanización.
Cuando pensamos sin asombro, nuestras ideas se tornan falsas muecas de lo real. Cuando juzgamos sin asombro, nos creemos dioses. Cuando actuamos sin asombro, imponemos una voluntad de dominio que impide nuestro encuentro con el mundo y con los otros. En el menos malo de los casos, el hombre sin asombro es un muerto en vida, gobernado por un piloto automático que ya pensó y decidió por él y que dirige su acción sin el menor atisbo de duda, conmoción, agradecimiento o alegría. En el peor de los casos, el hombre sin asombro es, además de un muerto en vida, una vida asesina, en la que su falta de asombro y de sensibilidad daña a quienes lo rodean. G. K. Chesterton lo expresa con su habitual contundencia: “Perecemos por falta de asombro”.
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