Mi querida decana, Paula Puceiro, lleva años proponiéndome como candidato a la Titularidad en la asignatura de Teoría de la Comunicación, en el grado de Comunicación Audiovisual de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). Yo, por mi parte, llevo años rechazando esa invitación. ¿Mis razones? Quería primero recibir más avales objetivos y externos de mi quehacer docente e investigador (trienios de docentia, sexenio de investigación, algún eco o fruto de mis trabajos en antiguos alumnos y otros investigadores, dirección de varias tesis doctorales); y quería también cerrar un pequeño ciclo en el que estaba inmerso: la puesta en marcha del Grupo Estable de Investigación Imaginación y Mundos Posibles (GEI IyMP).
Además, me horrorizaba tener que defender públicamente mi curriculum, como me enferma moralmente tener que recolectar certificados que avalan mis méritos para vender en hueco y abstracto, conforme a criterios estándar –es decir, impersonales– mi supuesta competencia docente e investigadora. Show me, don't tell me. Los frutos de nuestro trabajo, y no nuestra palabrería, son la mejor retórica. Esta venta, sin embargo, insertada en el sistema tecno-capitalista, es necesaria hoy para hacer carrera docente. Aunque yo recomiendo atender a la posología mínima e imprescindible, para evitar intoxicarnos de yoísmo y eficientismo y evitar contribuir, en lo posible, a extender la pandemia de infoxicación o sobreabundancia de información mediocre.
Ya cuento con avales docentes e investigadores suficientes en el humilde contexto de una joven universidad privada. El GEI IyMP goza de buena salud, publicaciones, proyectos de investigación y tesis defendidas. Me siento arropado por mis colegas y, gracias a ellos, pronto verá la luz un volumen en Los Libros de la Catarata que da cuenta de resultados consolidados. And last, but not least, el procedimiento para acceder a la Titularidad en la UFV ha cambiado a mejor, como explicaré proximamente. Así que no tengo excusa. Hoy empiezo a preparar formalmente mi titularidad. Informalmente, llevo preparándome toda mi vida para este aquí y ahora (Ángel Sánchez-Palencia dixit); y ya el curso pasado hice algunos trabajos preliminares.
He meditado mucho la posibilidad de anunciar públicamente esta preparación. Soy de naturaleza discreta, incluso tímida. Además, este camino puede culminar en fracaso. Me vienen a la mente muchos amigos que, frente a un embarazo de riesgo, guardan la noticia de su paternidad o maternidad al menos durante los tres primeros meses –luego, las evidencias fisiológicas lo harían imposible–. Con una diferencia, en mi contra: ellos son ya padres, acabe como acabe su aventura; yo no soy aún titular de nada.
Sin embargo, tres experiencias me animan a escribir lo que ahora lees. La primera: el privilegio de haber podido acompañar a esos amigos padres/madres, aun cuando -a veces ocurre- la aventura de su criaturita en este mundo fuera o vaya a ser corta y de final, a nuestros ojos, truncado. La segunda: el haberme encontrado con otros colegas que han compartido su trabajo en las redes, de cuya generosidad me beneficio y a la que ahora quiero responder, imitando sus virtudes, siguiendo sus huellas. La tercera: la experiencia de que la vida compartida es mejor, también en este blog, que media ya entre mi persona y tú, aun si todavía no nos conocemos. Cuento con tu ayuda, en forma de diálogo. Ya estás invitado a participar en él. Pronto plantearé algunas preguntas que inauguran rutas para una conversación, si Dios quiere, interesante. ¡Gracias!
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Hastag en ig, twt, linkedin: #caminoatitular
Mi querido hermano. Cuentas con todo mi apoyo, mi insignificante ayuda (si extrañamente la necesitas), mis oraciones y sobre todo, mi admiración (a ti, pero en especial a Amalia...). Abrazos.
ResponderEliminarMe encanta tu tercera experiencia, pues si algo he aprendido de ti es a no tener miedo de compartir. Qué valentía!
ResponderEliminarPara que este camino aventura llegue a un feliz término que perdure en el tiempo -ojalá prolongado-, que no se extinga esa naturaleza discreta, incluso tímida que esconde un poso de humildad. Porque el orgullo y la prepotencia -manifiesta o astutamente disimulada- arruinan personalidades brillantes y hasta instituciones santas.
ResponderEliminarQue la Sede de la Sabiduría te siga acompañando hasta el final de este camino que comienzas y el resto de tu vida.
Gracias por tus importantes aportaciones a la ciencia y -sobre todo- a la sabiduría. Presentes y futuras.