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viernes, 29 de junio de 2018

“El principito”: construir una vida en torno a la amistad

Luis Mora, fundador de la Academia de Curiosos, me invitó a clausurar la temporada en torno al tema de la amistad en El Principito. El contexto general del curso consistía en Aprender a mirar, así que, más que impartir yo una conferencia, todos los curiosos hicimos juntos el ejercicio de mirar la obra maestra de Antoine de Saint-Exupery, interrogándole sobre el tema.

La dedicatoria del libro contiene ya algunas pistas:
A LEON WERTH
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de entenderlo todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Verdaderamente necesita consuelo. Si todas esas excusas no bastasen, bien puedo dedicar este libro al niño que una vez fue esta persona mayor. Todos los mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:
A LEON WERTH CUANDO ERA NIÑO
¿A qué escritor sensato se le ocurre dejar por escrito sus correcciones y vacilaciones en torno a la misma dedicatoria del libro? Pero... ¡Saint-Exupery no era mal escritor! Así que esta dedicatoria es un ejercicio retórico, es ya literatura, forma parte de la obra. ¿Y qué nos revelan estas palabras? Algo encontramos en las tres excusas:
  1. En la mente del autor está su mejor amigo.
  2. Ese mejor amigo es capaz de entender lo que entienden los niños y lo que no son capaces de entender las personas mayores.
  3. Ese mejor amigo está pasando hambre y frío, está solo (en la Francia ocupada de 1943) y tiene necesidad de consuelo.
Así que el libro va de estas tres cosas: de la soledad y el desierto de la vida, o de la pérdida y la guerra entre los corderos y las rosas; de la amistad como medicina para esos males; de la mirada profunda que hace visible lo invisible y nos enseña el secreto de vivir.

Además, ocurre que la dedicatoria entera es una confesión: una persona mayor pide públicamente perdón a todos los niños. Sabremos, a lo largo del libro, que las personas mayores debemos pedir perdón a los niños porque capamos su mirada hacia lo invisible y fijamos su atención en la superficie, en lo inmediato, en lo útil y en nuestro propio ego.

Hoy Saint-Exupery cumple 118 años y seguramente lo está celebrando desde alguna estrella. Es un buen día para agradecerle que nos presentara al principito; un testamento que nos legó a toda la humanidad unos 14 meses antes de su muerte, al ser derribado el avión con el que hacía un vuelo de reconocimiento (II Guerra Mundial).

Aquí, algunas de mis notas que no hubieran sido las mismas, o quizá no hubiera existido, si en mi vida no hubiera recibido esa pequeña gran obra:



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