En la asignatura de Teoría de la Comunicación que imparto a periodistas y comunicadores audiovisuales, precisamente para alentar a mis alumnos a pensar el futuro en este momento de cambio tecnológico y cultural, invierto varias clases en repasar con ojos nuevos la Historia de la Comunicación. Mi planteamiento parte de la idea de que si los animales viven inmersos en la naturaleza, los hombres también, con la diferencia de que el medio natural del hombre incluye eso que llamamos cultura. La cultura es para el hombre lo que el agua para el pez: el medio ambiente en el que alimenta su vida, en concreto, su vida espiritual.
Pues resulta que las tecnologías que usamos para comunicarnos –y no sólo el contenido que comunicamos- forman parte de ese medio ambiente y configuran, como medios, nuestras percepciones, procesos, hábitos y acciones. Mi colega Carlos Romero, sabedor de esa obsesión mía, me recomendó un pequeño librito que repasa la historia de la lectura desde una perspectiva similar a la mía, escrito además por un autor cuya erudición me supera con creces. Me refiero a La metamorfosis de la lectura, de Román Gubern, Anagrama, Barcelona, 2010.
Saltándome las primeras 120 páginas del libro, en las que se recorre la historia de la comunicación desde los prehomínidos hasta hoy, quiero compartirte las tres últimas, en las que Gubern sintetiza los 10 atractivos o ventajas que para él conserva «todavía» el libro frente al e-book:
- El libro electrónico se opone al fetichismo del libro como objeto sensual (táctil, visual, oloroso), que ha sido un componente hedonista del placer intelectual de la lectura.
- El libro electrónico se opone al valor sentimental del libro recibido como regalo cariñoso, dedicado, de edición limitada.
- El libro electrónico se opone al libro entendido como objeto de diseño gráfico (¡cuando no de pequeña obra de arte!), en contraste con el diseño uniforme.
- El libro en papel nos permite ojear y hojear texto con más comodidad e inmediatez que el libreo electrónico.
- En el libro códice podemos ponderar de un modo más sensorial (visual, táctil, además de numérico) lo que llevamos leído y lo que nos falta.
- La luz incidente intensa ayuda a leer una página de papel, pero dificulta la lectura de una página electrónica.
- Si un libro tradicional recibe un golpe o cae al suelo no se rompe.
- El e-book no puede utilizarse en algunos momentos en los aviones en vuelo.
- El e-book no puede leerse en la bañera y es peligroso hacerlo junto a la piscina.
- La movilidad de la lectura electrónica depende de una batería que cuando estamos enfrascados en un episodio apasionante bajo la sombra de un árbol puede exigirnos con su impertinente pitido que apaguemos inmediatamente el e-book.
El «todavía» con el que empezaba esta lista es importante, ya que entre el 2010 y hoy algunos handicaps del e-book sobre el papel ya han sido superados. Se revela así de nuevo la importancia de la perspectiva histórica. Pero también ocurre otra cosa: las ventajas/desventajas que cada cual ve en una u otra tecnología son también resultado de lo que la tecnología hace con nosotros. El libro como objeto -incluso como fetiche- aparece asociado a actividades, placeres, lugares, hábitos y experiencias culturales posibles gracias a esa tecnología, con cierta independencia respecto del contenido de dicha tecnología. Eso que el libro -en cuanto que objeto- ha hecho con los lectores de varias generaciones, entre ellas la de Roman Gubern, creo que es lo más relevante -aunque relativamente invisible- en esta lista.
Te comparto este divertido vídeo que, no sin amable ironía, explora las sorprendentes ventajas de una nueva tecnología, el «book», sobre la vieja tecnología «e-book».
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