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domingo, 19 de febrero de 2017

The Rear Window y la ética del encuadre

Fotograma de The Rear Window (La ventana indiscreta, 1954) de Alfred Hitchcock.

Sólo al recordarnos que el cine es «comunicación» podemos, por un lado, analizarlo por sí mismo, internamente, respetando su propia identidad y, por otro, restituir todo lo que allí encontramos al lugar que lo origina y le da sentido: la vida humana. Así abordó Ana María del Valle el estudio de la obra cinematográfica de un grande en su tesis doctoral: La posición de cámara y el montaje en el cine de Alfred Hitchcock como un acto moral (Universidad Francisco de Vitoria, 2015).

Sabemos que las tesis no están escritas para ser leídas, sino defendidas. Esa pretensión introduce una serie de condicionantes que dificultan la comunicación de lo que uno piensa y escribe con un público amplio. A la espera de que la doctora del Valle nos regale una obra divulgativa, podemos acercarnos a su trabajo en pequeñas dosis gracias a sus artículos académicos, como el que ahora te comparto: «Propuesta de un modelo de análisis cinematográfico integral y aplicación del modelo a The Rear Window (La ventana indiscreta, 1954) de Alfred Hitchcock», en Comunicación y hombre, nº 13, 2017, 183-199.

Allí se justifica la necesidad de un nuevo modelo de análisis cinematográfico desde la perspectiva de la comunicación. Esto nos permite encontrar en las «sustancias expresivas» propias de este arte las cinco dimensiones presentes en cualquier acción comunicativa: ética, política, poética, retórica y estética (Juan José García-Noblejas). También así podemos, a partir de cinco cuestiones complementarias, atender al modo en que estas dimensiones se nos presentan gracias a los «medios expresivos» propios de este arte, como son la posición de cámara y el montaje. Estas cinco cuestiones son: la mirada del director, la trascendencia, el interés humano, el sentido y la integración del espectador.

Estas cinco dimensiones y cinco cuestiones guían el análisis de la doctora del Valle sobre The Rear Window (La ventana indiscreta, 1984), un filme muy apropiado para reflexionar sobre la ética propia de la comunicación audiovisual definida, entre otros elementos, por el encuadre. Esto es así por el planteamiento consciente que el director se hace de estas cuestiones en toda su obra, pero también porque en esta nos invita a acompañarle en esas reflexiones por boca de uno de sus personajes: «No sé mucho sobre ética de ventanas». Quizá es hora de aprender algo sobre ella.

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