Imagen promocional de Batman Begins (Christopher Nolan, 2005). |
Este tipo de reflexión, que nace del amor y la fidelidad a la sustancia expresiva que es el cine y que concluye con una reflexión compartida de lo que el cine nos revela sobre nuestra condición humana, cristalizó en el ciclo de ficción cinematográfica «Héroes, superhéroes y cine», organizado por la sociedad de alumnos Grupo Culturradio en la Universidad Francisco de Vitoria (1-2 de diciembre de 2012). El éxito del ciclo exigía la publicación de algunas conferencias –convenientemente adaptadas para una fácil lectura– y de otros textos complementarios. Esa exigencia se ve cumplida hoy. Tengo en mis manos, recién salido del horno, el libro: ENCINAS, Arturo (Coord.) El antifaz transparente. Antropología en el cine de superhéroes, Ediciones Encuentro, Serie de Cine, Colección Nuevo Ensayo, Madrid, 2016. El hoy coordinador del libro, experto profesional en Comunicación Institucional en nuevos formatos y profesor de Narrativa en la UFV, era entonces alumno de muchos de los profesores reunidos en este volumen. Pero no sólo él ha cambiado en estos cuatro años, también el cine, y por eso la obra cuenta con capítulos que dan cuenta de lo estrenado hasta 2016.
En la primera parte del libro, Ángel Sánchez-Palencia, Arturo Encinas y Eduardo Segura sientan las bases para una Antropología del superhéroe, desde el supuesto de que todo «modelo de héroe» en la historia es, a su modo, un modelo de humanidad y, por lo tanto, de humanismo. En la segunda parte, Federico Alba y José Gabriel Lorenzo reflexionan sobre la transición del superhéroe del cómic al cine. La tercera y más extensa de las partes está consagrada al análisis de algunas sagas cinematográficas de superhéroes: la de Spiderman (por Pedro Gutierrez Recacha), la trilogía de Christopher Nolan sobre Batman (por Juan Pablo Serra y Juan Esteban Serra) y las seis películas corales sobre los X-Men (por Álvaro Abellán-García).
Creo que esta pequeña y humilde obra colectiva –casi diría «comunitaria», por lo compartido entre sus autores– puede ser valiosa en dos sentidos íntimamente relacionados: propone un nuevo método de análisis cinematográfico fiel a las reglas del juego del séptimo arte –es decir, sin violentar la naturaleza del cine usándolo para hablar de otras cosas– y, al mismo tiempo, nos permite comprendernos mejor a nosotros mismos al hacer «transparentes» los problemas humanos de nuestro tiempo. Al menos, así me ha ocurrido a mí, al repasar la saga de los X-Men con vistas a este libro y al leer el trabajo de mis compañeros.
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