"¿Para qué estoy haciendo todo esto?", debía preguntarse a menudo Aragorn (El Señor de los anillos, Peter Jackson, 2001). |
Si le preguntamos a alguien por sus personajes históricos o de ficción favoritos, por los libros o películas sobre los que está dispuesto a volver siempre, por sus canciones preferidas, por sus actividades favoritas, por las personas a las que admira o las que tiene siempre presentes… y, después de escuchar cada una de sus respuestas, insistimos con un «¿y qué te gusta de eso?», obtendremos un buen mapa de sus valores personales, aquellos que considera más importantes, que más le inspiran, que, en el fondo, mueven su vida.
Cuántas veces, de hecho, necesitamos hablar de estas cosas sin que nadie nos pregunte, quizá para recordar qué es lo importante para nosotros. O qué fue importante y sigue alimentando nuestra historia. Cuántas veces las canciones, los poemas, o los libros, nos explican. Cuando recordamos el sentido que inspira nuestras acciones, renovamos nuestra motivación e incrementamos nuestra responsabilidad personal; o lo que es lo mismo: nos hacemos más libres, más dueños de nosotros mismos, más capaces de ver los problemas y circunstancias nuevas como una oportunidad para mejorar, más fuertes. Adquirimos eso que los antiguos llamaban carácter, y que no tiene que ver ni con ser cabezota ni con el temperamento personal, sino con ser de una pieza, reconocible en cada una de nuestras acciones. Pues si la falta de sentido vacía de alegría los éxitos, su presencia reconforta incluso en los más estrepitosos fracasos. Porque no hay mayor paz que saber quiénes somos y que estamos haciendo lo que tenemos que hacer.
Preguntarnos a menudo «Y esto… ¿para qué?» renueva cada una de nuestra decisiones y llena de consistencia a nuestra vida. En esto consiste #CrearEnUnoMismo.
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