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domingo, 20 de septiembre de 2015

Proyecto blog: «Para crear lo fantástico, primero debemos entender lo real»

Hada sobre la hoja,  ilustración de Jorge Borja Jacob en Drawing My World.
El Proyecto blog de los alumnos de Comunicación Audiovisual ha estado marcado por la reflexión sobre los «mundos posibles». Este concepto filosófico ha sido importado al mundo de la ficción y resulta crucial para entender la narrativa transmedia. Imaginar otros mundos posibles –sean ficticios o sean realizables en el futuro– no sólo es una de las características más sorprendentes del ser humano, sino una necesidad para su supervivencia y su felicidad.

Al entender los relatos de ficción como mundos posibles, aprendemos dos cosas: la primera, que los mundos ficcionales han de tener una lógica o coherencia interna: han de ser en sí mismos posibles, coherentes, consistentes. Lo segundo, que para resultar significativos para el hombre han de ser verosímiles, es decir, han de iluminar aspectos relevantes de la existencia humana.

domingo, 6 de septiembre de 2015

George Steiner: «No nos quedan más comienzos»

George Steiner en una fotografía de archivo. He tratado de encontrar, sin éxito, el origen y autor 
de esta imagen, lo cuál no deja de ser un buen símbolo para esta entrada del blog.
Qué comienzo. Qué primera frase para romper el silencio. Qué confesión. Qué contradicción es comenzar un libro con las palabras: «No nos quedan más comienzos». Gramáticas de la creación. «En las cosas, naturales y humanas, el origen es lo más excelso», continúa. Sabor finisecular y pesimista. Expresa el «cansancio esencial» de Occidente, a cuyas espaldas queda un siglo XX cargado de promesas y traumatizado por las guerras mundiales y el fracaso de las utopías. Demasiadas promesas incumplidas: el milagro de la educación y la organización del estado moderno, el milagro de la ciencia y la tecnología, el milagro de la economía y el paraíso del bienestar.

La metáfora perfecta de la modernidad, dice George Steiner, es La Metamorfosis de Kafka. El hombre queda trasmutado en bicho, aplastado por la burocracia, el trabajo alienante, las relaciones puramente funcionales y el universo de cosas que ha construido. El hombre, instalado en un universo de cosas, queda reducido a mera cosa.