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martes, 4 de agosto de 2015

¿Son las vacaciones una forma de arte?

Fotograma de El último samurái, Edward Zwick, 2003.

Seguramente ya estés inmerso en las vacaciones. No importa. Porque la vida del espíritu no sólo inspira el trazo de nuestros itinerarios, sino que renueva el modo en que los recorremos. Recuerdo ahora el modo en el que capitán Nathan Algren (Tom Cruise) viste –y es vestido– en su armadura para la batalla final (El último samurái, Edward Zwick, 2003). Cada pieza y cada movimiento son, a un tiempo, quehacer mínimo y expresión máxima de la vida, la muerte y el valor. Recuerdo ahora al zorro enseñándole al principito que los ritos son importantes, transfigurados en rutina creativa (El Principito, Antoine de Saint-Exupery). ¿Pueden ser las vacaciones una forma de arte que nos revele quiénes somos y quiénes queremos ser?

«Porque yo os digo que cualquier oficio se vuelve filosofía, se vuelve arte, poesía, invención, cuando el trabajador da a él su vida, cuando no permite que ésta se parta en dos mitades: la una, para el ideal; la otra, para el menester cotidiano. Sino que convierte cotidiano menester e ideal en una misma cosa, que es, a la vez, obligación y libertad, rutina estricta e inspiración constantemente renovada» (Eugenio D’Ors, Aprendizaje y heroísmo). ¿Cuánto hay de oficio a la hora de planificar y vivir las vacaciones? ¿Y cuánto de ese oficio puede convertirse en arte, poesía, invención?

«Un objeto importante es importante precisamente porque conduce fuera de sí mismo, porque es expresión, exponente de algo […] que ha encontrado en él una imagen más o menos perfecta y precisamente con ello se mide su importancia» (Thomas Mann, La montaña mágica). ¿Nos conducen nuestras vacaciones a un lugar más allá de sí mismas? ¿Son expresión de algo más importante para nosotros?

«La belleza radica en la verdad de la vida, cuando ésta es recogida de nuevo por el artista y configurada con sinceridad plena» (Andrei Tarkovski, Esculpir en el tiempo). ¿Pueden ser nuestras vacaciones una «verdad de la vida» tan sincera y bella, o más, que nuestros días de trabajo?

Las vacaciones son una oportunidad para unificar nuestra vida interior con la exterior. Si vencemos el riesgo de dejarnos alimentar por nuestra pereza, encontramos tiempo para realizar aquello que nos define, aquello soñado durante el resto del año entre brumas y prisas.

Es verdad, las vacaciones no son sólo nuestras, ni todas nuestras. Pero también hay obras de arte colectivas. El secreto no está sólo en pensar qué voy a hacer en vacaciones; el secreto está en pensar muy bien qué quiero que ocurra en mí y en los otros estas vacaciones. En imaginar quién quiero ser durante estas vacaciones. Así, además de hacer muchas cosas, lograremos que algunas de ellas lleguen a ser filosofía, arte, poesía, invención. Lograremos hacer de las vacaciones uno de esos lugares donde la vida se ensancha.



Este artículo pertenece a la serie #TúTambién y su primera versión fue publicada en LaSemana.es.

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