Fotograma de La historia de Marie Hertuin (Jean Pierre Améris, 2014). |
La vida de Marie Hertuin guarda evidentes paralelismos con la de Helen Keller, otra sordomuda y ciega cuya historia llevó al cine Arthur Penn en 1962 con el título El milagro de Anna Sullivan, en homenaje a la maestra de Keller. Ambas historias ocurren a finales del XIX, y ambas revelan de una forma conmovedora lo que supone la adquisición de lenguaje en el proceso de formación de la persona, ya que ambas protagonistas lo aprendieron tardíamente. Ambas son historias de superación. Ambas protagonistas contaron con una maestra que no sólo salva la vida de la discípula, sino que entrega su propia vida para que la discípula pueda llevar una vida habitada por palabras, o que habita en las palabras. Una vida en un mundo humano.
Las diferencias son, sin embargo, importantes. Helen Keller fue universitaria, escritora y conferenciante. Marie Hertuin vivió como maestra y religiosa en el mismo instituto en el que ella aprendió a ser persona, ayudado a otras niñas sordociegas a superar su situación, tarea que sigue desarrollando hoy ese instituto. Si El milagro de Anna Sullivan encaja en los cánones de una historia de superación personal, La historia de Marie Hertuin (Jean Pierre Améris, 2014), siendo todo eso, es, sobre todo, un canto a la Educación integral de la persona.
Marie aprende de su maestra no sólo el amor al saber, sino también a la vida; no sólo el secreto de la vida, sino el de la muerte. No sólo la hermosura de este mundo, sino la esperanza en el otro. La película recoge así la vibración interpersonal de un dar y recibir generoso que logra expresar la grandeza del ser humano en una de las relaciones más hermosas que podemos tener entre nosotros: la relación educativa, la entrega del testigo en el seno de una tradición.
Améris sabe engarzar la historia sin preciosismos ni artificios, de belleza sencilla y montaje contundente: toda la técnica habla de la sensibilidad de las protagonistas, de sus luchas internas y entre ellas y de los lugares que ambas comparten: el instituto, el huerto, el cementerio y el campo. El relato audiovisual de lo que significa la aparición de la palabra como instalación en el mundo humano, así como del valor comunicativo de las manos –el tacto, las vibraciones, las caricias, las bofetadas, la exploración del mundo sensible– es muy notable, sensiblemente superior al logrado en El milagro de Anna Sullivan. Imprescindible para educadores, buena para padres e hijos, atractiva para jóvenes y adultos. Una de esas pocas películas inolvidables.
El miércoles 1 de abril se estrena en España.
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