«No es suficiente enseñar a los hombres una especialidad. Con ello se convierten en algo así como máquinas utilizables pero no en individuos válidos. Para ser un individuo válido el hombre debe sentir intensamente aquello a lo que puede aspirar. Tiene que recibir un sentimiento vivo de lo bello y de lo moralmente bueno. En caso contrario, se parece más a un perro bien amaestrado que a un ente armónicamente desarrollado» (Albert Einstein, Mi visión del mundo, p. 29).
Póster del Proyecto Blog en alta resolución.
Así empezó mi intervención de tres minutos en la que expuse el póster del Proyecto Blog en la II Jornada de Innovación y mejora docente organizada por el Instituto de Innovación de la Universidad Francisco de Vitoria. Aquí tienes un enlace directo a los pósters presentados aquel 24 de junio de 2014. En el diseño del mío conté con la colaboración de esa buscadora de #cosasbonitas que es @AmaliaCasado.
Ha pasado todo un verano desde aquellas jornadas, pero retomando la famosa anécdota de Fray Luis de León: «Como decíamos ayer...» este fue el resto de mi intervención:
«Albert Einstein no es el único autor relevante que ya en la primera mitad del siglo XX denunció nuestra tendencia a la hiperespecialización y la consiguiente fragmentación de saberes, que ha tenido graves consecuencias en la Educación. Pido perdón de antemano porque lo que voy a esbozar es claramente una caricatura, pero una caricatura cuyos rasgos, me temo, nos van a resultar familiares.El Proyecto Blog tiene ya una pequeña tradición de dos ediciones. Durante ese tiempo, recogiendo las motivaciones y razones que los alumnos y yo encontramos juntos, redacté las Doce buenas razones (y una mala) para que un universitario tenga un blog. También escribí algunas reflexiones al final de cada edición, junto con una selección significativa de los blogs de los alumnos que te animo a visitar. La primera edición está recogida en Proyecto blog: descubrir y pronunciar tu palabra para el mundo. La segunda, en Proyecto blog: una comunidad de aprendizaje más allá de las aulas.
Un alumno de comunicación que acude a cualquier universidad española puede vivir un itinerario formativo similar a éste:
- En Teoría de la comunicación aprende qué es la comunicación y qué funciones sociales cumple. Lo aprende, lo vomita en un examen teórico y lo olvida.
- En Redacción aprende a escribir para medios digitales; eso sí, lo hace con papel y bolígrafo, sobre un escritorio de madera.
- En asignaturas técnicas aprende por fin a subir una entrada de blog, poner un enlace e incrustar un vídeo; e internet se llena de infinidad de blogs con enlaces muy bien puestos y contenidos desactualizados, sin alma.
En cada asignatura el alumno aprende contenidos y competencias que va a necesitar como comunicador social en la era tecnológica, por ejemplo, como autor de un blog. En cada asignatura aprende también una visión parcial de qué es lo pertinente, lo conveniente, lo correcto y lo bueno. Pero ninguna asignatura le enseña -y en ninguna asignatura practica- lo que de verdad supone, integralmente, la realización real de un blog. Y ninguna asignatura le enseña a conjugar, en la práctica real, lo técnicamente correcto con lo moralmente bueno, su quehacer académico y profesional con su propia vocación.
- En Ética aprende en abstracto cuál es el bien del hombre; defiende qué acciones son buenas y, según sale de clase, hace exactamente lo contrario que defendió minutos antes.
Pues bien, en eso consiste el Proyecto Blog: en idear y ejecutar un blog personal que les exige integrar diversos saberes y poner en juego todas su facultades y dimensiones personales. O, como se dice ahora: es un proyecto transversal que vincula a varias asignaturas entre sí al permitir formar a un tiempo diversas competencias generales y específicas nucleares para el desarrollo personal y profesional del egresado.
Cómo se logra todo eso es algo que tienes en el póster y que estaré encantado de explicarte durante más de tres minutos. Quiero terminar mi intervención reforzando la propuesta que citamos de Einstein, esta vez citando a nuestro filósofo Eugenio D’Ors:
"Pero yo te digo que cualquier oficio se vuelve filosofía, se vuelve arte, poesía, invención, cuando el trabajador entrega a él su vida, cuando no permite que ésta se parta en dos mitades: la una, para el ideal; la otra para el menester cotidiano. Sino que convierte cotidiano menester e ideal en una misma cosa, que es, a la vez, obligación y libertad, rutina estricta e inspiración constantemente renovada". (Aprendizaje y heroísmo, p. 15.)
Muchas gracias».
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