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jueves, 20 de febrero de 2014

Trabajo manual vs. trabajo intelectual


Este cuadro distingue con claridad dos tipos de trabajo: el trabajo manual o fabril que se adquiere por instrucción y el trabajo intelectual, propio de los profesionales y fruto de la educación liberal. Puestos a valorar críticamente esta distinción, yo diría que el «trabajo manual» es menos manual de lo que parece, en cuanto que el protagonista no es una máquina, sino un ser humano. El vs. del título de esta nota, por lo tanto, puede traducirse mejor como «hacia» que como «contra».

En el fondo, las formas de trabajar conforme a la columna de la izquierda están inspiradas en la imagen de la fábrica, la producción en cadena, la revolución industrial. La gran imagen de los Tiempos Modernos, como bien intuyó Charles Chaplin. Es esa gran metáfora, ese símbolo del progreso de los dos últimos siglos, el que todavía lastra nuestra visión de todas las formas de trabajo, reduciendo al operario y al profesional, al profesor y al estudiante, a piezas eficientes del sistema productivo. Tan poderosa resulta esa metáfora en el imaginario colectivo que me atrevería a decir que todo lo que merezca el nombre de innovación docente -e innovación en el entorno empresarial- pasa por cambiar los esquemas de la columna de la izquierda por los de la columna de la derecha.

¿Por qué nos cuesta tanto vivir las profesiones y articular las empresas conforme a los criterios de la segunda columna? ¿Por qué tratamos a los profesores como si fueran operarios? ¿Por qué los profesores tratan a sus alumnos como si fueran peones? Se me ocurren, al menos, tres respuestas.

  • Que «quien dirige» no confía en «el trabajador», no cree que pueda ser responsable y por lo tanto decide pensar por él y tenerle bien controlado.
  • Que «el trabajador» no confía en «quien dirige» y por lo tanto no se siente motivado para pensar y tomar decisiones por sí mismo, por miedo a las consecuencias. Dicho con toda crudeza: no quiere hacerse responsable.
  • Que «quien dirige» y «el trabajador» tienen, ambos, una mentalidad de esclavos, inspirada por la voluntad de dominio en la que sólo caben dos alternativas: dominar o ser dominado. Es lo que algunos autores dieron en llamar darwinismo social, como me recordaba el otro día mi buen amigo Juan Pablo Serra.

Algo de eso traté de explicar en La dialéctica de los malos empleados y las malas empresas. También lo traté, en sus estratos más profundos, en De la dialéctica a la dialógica.

Pero puedo equivocarme, así que ahí va la pregunta: Como jefe o empleado, como profesor o como alumno: ¿Vives según el esquema que plantea la columna de la izquierda? ¿Por qué? ¿Vives según la propuesta que plantea la columna de la derecha? ¿Por qué?

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