Imagen promocional de la película Gravity (Alfonso Cuarón, 2013). |
Ir al cine ya no es necesariamente una inversión que merezca la pena. Quizá por eso, una buena selección de lo mejor estrenado en salas cada año es un recurso muy valioso. Elaborar esa lista, reconociendo el mejor cine estrenado en España cada año natural, es uno de mis objetivos como miembro del jurado de los Premios Alfa y Omega de cine.
La gran ganadora en 2013 ha sido Gravity, una de esas experiencias cinematográficas que, sin duda, merecen la pena. Las virtudes técnicas de la película son muchas. Lo más emocionante para mí fue comparecer ante el reto logrado de un director que quiere sostener la acción dramática con apenas dos actores, o una y medio, pues Ryan Stone (Sandra Bullock) es la protagonista solitaria durante casi todo el metraje. Lo más logrado, sin embargo, me pareció el modo en el que Alfonso Cuarón logra articular forma y fondo, argumento y tema, con una planteamiento profundamente dialógico.
Todas las historias, por definición, tienen un planteamiento o sustrato dialógico, es decir: relatan la acción dramática de un personaje como su respuesta a una realidad que no le puede dejar indiferente. Pero no en todas las películas el corazón de la historia es la estructura constitutivamente dialógica del ser humano, cosa que ocurre en Gravity.