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lunes, 14 de enero de 2013

Ruby Sparks: el misterio de la creatividad, el amor y la vocación

Ruby Sparks - discurso final from Abe Llan Kenobi on Vimeo.

La película Ruby Sparks (2012, Jonathan Dayton, Valerie Faris) se articula en torno a una idea muy sencilla, pero también verdadera y profunda. [Advierto a los amantes de no conocer el argumento que todo lo que sigue puede ser considerado como ESPÓILER]. La idea es la siguiente: el amor y la creatividad no son hijas del dominio, sino del don, del regalo, de la libertad. La inspiración y el enamoramiento nos sobrevienen, y sólo podemos dar gracias y acogerlos como corresponde. Es lo que podríamos llamar una Ética de la recepción, una actitud vital aplicable no sólo a la contemplación de las obras de arte, sino a toda nuestra vida.

La inspiración creativa y el enamoramiento nos recuerdan que lo mejor de nuestra vida está rodeado de misterio. Reconocemos la vida como misterio cuando cuando nos enfrentamos a realidades que nos interpelan, que podemos distinguir como ciertas o falsas, pero cuya verdad nos sobrecoge, nos envuelve, nos compromete y nos supera infinitamente. La película enlaza bien la idea de que la vida se torna misteriosa, mágica y a veces temible, sólo en un contexto de amor y libertad. También recoge la idea de que las realidades misteriosas (como el amor y la inspiración) escapan a la lógica del domino y, cuando intentamos controlarlas, se fugan. El discurso final de la película, si bien cae en el defecto de sobreexplicar lo que ya ha visto el espectador, sintetiza bien esa experiencia del escritor y del enamorado que sólo pueden crear a partir de lo que han reconocido como magia y una vez que han aceptado el reto de conducirse entre nieblas.

Te dejo la transcripción del discurso completo:
«Esta es la historia verdadera e imposible de mi gran amor. Espero que ella no lo lea y me reproche que me he reservado numerosos detalles: su nombre, los datos sobre dónde nació y creció y las cicatrices o lunares que podrían identificarla. De cualquier modo, no puedo evitar escribir esto para ella. Quiero decirle: “Lamento cada palabra que escribí para cambiarte. Lamento muchas cosas. No te valoré cuando estabas aquí; y ahora que te has ido, te veo en todas partes”. Uno podría leer este libro y pensar que es magia… pero enamorarse es un acto de magia. Y escribir también lo es. Alguien dijo sobre El guardián entre el centeno: “El milagro poco común de la ficción ha sucedido de nuevo. Un ser humano ha sido creado a partir de tinta, papel e imaginación”. Yo no soy D. J. Salinger, pero fui testigo de un milagro poco común. Todo escritor puede atestiguar, que en su estado más afortunado y feliz, las palabras no provienen de uno, sino a través de uno. Ella vino a mí íntegramente. Yo sólo tuve la fortuna de estar aquí para recibirla».

1 comentario:

  1. Descubrir que se puede "controlar" pero que en ese momento el otro pierde su "alteridad" y ¿a quién se ama entonces? y si se deja al otro ser quien es, el amor crecerá y nos hará crecer. Y suena fácil... esa máquina de escribir la tenemos todos dentro. Pero también tenemos la sed de encuentro, que lo segundo siempre ilumine para evitar escribirle el guión al otro, a cualquier otro.

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