Foto de Álvaro Abellán. Desierto israelí, septiembre de 2011. |
Copio aqui esa versión del poema, algo adaptado para una mejor declamación, pues he tenido el gusto de recitarlo en más de una ocasión con mis colegas de Ancia (grupo de amigos que nos reunimos en torno a la poesía, el Cardhú y la cerveza). Espero que lo disfrutes.
ÍTACA (adaptado)Y cuando has entendido lo que significan las Ítacas, sobran las palabras.
«Cuando el viaje emprendas hacia Ítaca
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de descubrimientos.
A Lestrigones, Cíclopes,
al colérico Poseidón- no temas:
nunca hallarás tales seres en tu camino,
nunca, mientras altos sean tus pensamientos,
mientras una extraña emoción estimule tu alma y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes,
al fiero Poseidón, nunca encontrarás
a menos que en tu alma los lleves dentro,
a menos que tu alma los ponga ante ti.
Cuando el viaje emprendas hacia Ítaca
ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano en que,
con gran placer y alegría,
amarres en puertos desconocidos;
podrías detenerte en los mercados de Fenicia
y comprar hermosas cosas,
coral y nácar, ámbar y ébano,
toda clase de perfumes sensuales…
podrías visitar muchas ciudades egipcias
y no dejar de aprender de sus sabios.
Cuando el viaje emprendas hacia Ítaca
ruega que el camino sea largo.
Pero, que siempre Ítaca esté en tu pensamiento.
Llegar ahí es tu destino;
no debes, sin embargo, forzar la travesía.
Es preferible que dure años,
que seas viejo cuando alcances la isla,
rico con todo lo que habrás ganado en el camino,
sin esperar que sea Ítaca la que te haga rico.
Ítaca te dio un maravilloso viaje.
Sin ella, no habrías partido.
Pero ya no tiene más que darte.
Y si la encuentras pobre, no creas que Ítaca te ha engañado.
Sabio como te has hecho, tan pleno de experiencia,
habrás entendido lo que significan las Ítacas».
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