Fotograma de la película Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993). |
Han pasado cinco meses* desde el primer cineforum que hice con mis alumnos de 1º de Grado en Periodismo en la Universidad Francisco de Vitoria. En octubre analizamos El Show de Truman. El viernes pasado comentábamos Atrapado en el tiempo -sí, la del día de la marmota- y en los minutos iniciales de la clase fui interrumpido por el grito de un alumno: «¡Ha muerto Hugo Chavez!», seguido del previsible revuelo en clase. Traté de llamar al orden y una alumna contestó: «¡Es que somos periodistas!». La frase contenía una lectura a un tiempo humorística y terrible, y como el primer sentido había sido captado por todos, decidí destacar el segundo: «¡Precisamente por eso! Debemos aprender a distinguir qué tiempos son para qué cosas, y no dejarnos llevar por el vértigo informativo mundial».
En esa misma universidad aprendí hace tiempo de Javier Reyero (@Reyero) que el gran periodista es un profesional y eso le exige aprender a distinguir cuándo estar concentrado en algo -allá se caiga el mundo-, cuándo toca estar de guardia y cuándo descansar. Sólo si el periodista se sabe parte de un equipo -y no se cree el ombligo del mundo- es capaz de ordenar su vida conforme a estos criterios.
Pasamos el resto de la clase analizando la película de Harold Ramis, protagonizada por un hombre del tiempo que queda atrapado en el mismo día una y otra vez, incapaz de salir del eterno retorno de lo idéntico en que había caído precisamente por su modo de entender su profesión y el conjunto entero de su vida. Fue admirable ver que en cinco meses, al ser preguntados por una película, mis alumnos han sido capaces de pasar del «mola» o el «no me ha gustado» a plantear los temas de fondo y las posibles respuestas que ofrece cada película. Han aprendido a ver una misma realidad con otros ojos porque han sabido invertir bien parte de su tiempo en aprender a hacerlo.
Entre las reflexiones más sugerentes que extrajeron de la película, te comparto dos. La primera, sobre la rutina: cuando nos vemos avocados a repetir varias veces las mismas cosas, podemos adoptar dos actitudes bien distintas: el hartazgo y aburrimiento que desemboca en una actividad mecánica; o el reto de superarnos hasta lograr la perfección en esa tarea. La segunda, sobre los obstáculos de la vida: podemos enfrentarlos como problemas -lo cual es reactivo, poco motivador y reduce nuestro horizonte de vida a evitar que las cosas acaben con nosotros- o vivirlos como parte de nuestro proyecto vital -lo que nos convierte en protagonistas, nos llena de motivación y amplía nuestro horizonte de vida al reto de crear en nosotros mismos toda la grandeza que podemos alcanzar-.
Al final de la clase todos aprendimos media docena de lecciones importantes para la vida. Seguramente, mucho más importantes que derivadas de seguir vía internet el inesperado e incierto fallecimiento de un dirigente político. Un alumno esperó al final de la clase para gritar: «¡No ha muerto, falsa alarma!». Fue, quizá, el mejor colofón para reflexionar sobre el riesgo de malgastar nuestra vida quedando `atrapados en el tiempo sin hacernos dueños y protagonistas de nuestra propia vida.
*Este artículo, ahora revisado, apareció por vez primera en marzo de 2012 en LaSemana.es y pertenece a la serie #CrearEnUnoMismo.
Buenas, amigo Álvaro. He pasado de casualidad por aquí, y me ha gustado el rollo. Como precisamente perpetré estos días algo sobre la misma historia, te lo comparto, por si te interesa; por si aportara algo a ese debate estudiantil :) Un saludo!
ResponderEliminarhttp://ctxt.es/es/20160824/Culturas/8076/cine-de-verano-Atrapado-en-el-tiempo-Bill-Murray-Dia-de-la-marmota-eterno-retorno-Nietzsche.htm