viernes, 1 de marzo de 2013

Ken Robinson: el sistema educativo atenta contra la creatividad


Te invito a ver la conferencia de 20 minutos que Sir Ken Robinson pronunció en el TED 2006. Allí sintetiza lo que más adelante desarrolló en su libro sobre las epifanías, que en España nos ha llegado con el título de El elemento: descubrir tu pasión lo cambia todo. Es un ensayo muy recomendable para quienes estamos (pre)ocupados por combatir las graves carencias del sistema educativo.

A mi juicio, el punto fuerte de las reflexiones de Robinson es haber identificado muy bien la raíz del problema de la educación actual. Esa raíz –aunque él no llega a formularlo así; y, hasta donde le he seguido, tal vez ni alcanza a ver el calado de su argumento- es precisamente la noción de sistema educativo. El problema de todo sistema educativo es que pre-determina los objetivos y competencias de aprendizaje sin tener en cuenta la idiosincrasia particular del educando. Lo mismo cabe decir de los test de aptitudes, caracterología, cociente intelectual, etc., de los que da buena cuenta en su libro. Todos esos instrumentos están construidos para medir una serie de variables que alguien, previamente, ha decidido como las óptimas u oportunas para todos los seres humanos.

Cualquier sistema educativo general, lo que a veces llamamos también educación formal o reglada, tiene las carencias que denuncia Robinson, y la solución, por lo tanto, no puede limitarse a cambiar la jerarquía de objetivos y asignaturas del sistema, que es lo que propone él. De esa forma solo lograríamos dejar de producir unos moldes-humanos para producir otros.

La solución pasa necesariamente por un proyecto educativo que sepa combinar la formación sistemática o reglada (cuestión imprescindible para la vida social y para la capacitación profesional) con la formación informal o no reglada, único ámbito de aparición (y, por lo tanto, de detección, acompañamiento y proyección) de los dones particulares, únicos y no previsibles de cada persona.

Implementar un proyecto educativo así exige, no obstante, confianza en educadores y educandos. Es decir: exige renunciar a medir con un molde predeterminado los resultados de esa forma de educación. No sólo porque los resultados de una educación así son maravillosamente imprevisibles, sino porque no son resultados medibles. Eso no quiere decir que no sean reales. Lo son. Y son evidentes para el observador, para el docente y para el educando. Pero no son reductibles a datos estándard que pueda interpretar un sistema de calidad.

Dicho esto, paso a sintetizar las ideas fundamentales expuestas en el vídeo. Si quieres disfrutar del sentido del humor de Robinson, o de un orador con un dominio escénico envidiable, no dejes de verlo.

La creatividad, la incertidumbre y la educación


Estos son los tres temas que preocupan a Ken Robinson:
  • La extraordinaria evidencia de la creatividad humana. Por su variedad y por su alcance.
  • La seguridad de que no tenemos ninguna seguridad sobre lo que va a pasar en el futuro y de cómo lo vamos a afrontar.
  • La educación: se supone que ella nos prepara para ese futuro que no podemos comprender. Sin embargo, no sabemos cómo será el mundo dentro de cinco años.
Su tesis es que hoy la creatividad es tan importante en la educación como la alfabetización, y que deberíamos darle el mismo estatus.

Si tienes miedo a hacer algo equivocado, nunca serás creativo. Y el sistema educativo está enfocado a tener miedo al error. Nacemos creativos y el sistema educativo es anti-creativo. Al crecer no adquirimos creatividad, la perdemos. O, más bien: somos educados para perderla.

Hay una jerarquía de saberes en todos los sistemas educativos del mundo. Primero, las ciencias; después, las Humanidades; y debajo del todo, las artes. Y también en eso hay jerarquía: arte y música normalmente tienen un estatus más alto que interpretación y danza. ¿Por qué? Si un extraterrestre viera nuestro sistema educativo, pensaría que todo el propósito del sistema educativo es formar profesores universitarios.

En el mundo no había “sistemas educativos” antes del XIX. Los sistemas educativos son hijos de la sociedad industrial. Su jerarquía está basada en dos ideas. La primera, que las materias más útiles para el trabajo estén en la cima. De ahí ese consejo bien intencionado pero profundamente equivocado: no hagas cosas inútiles. La segunda, que la educación es sólo educación de la inteligencia, preparación para la vida universitaria. En el siglo XXI se licencian al año más personas de las que se habían licenciado en toda la historia de la humanidad hasta el siglo pasado. Hay un proceso de inflación académica.

Repensar nuestra manera de entender la inteligencia


Gillian Lynne (www.gillianlynne.com)
Robinson insiste en que debemos repensar nuestra visión de la inteligencia, desde tres aspectos fundamentales. El primero: la inteligencia es diversa. Pensamos visualmente, auditivamente, sinestésicamente, en abstracto, en movimiento. Segundo: la inteligencia es dinámica, interactiva. El cerebro no se divide en compartimentos. El tercero: cada inteligencia es única.

Para ilustrar esto, pone el ejemplo de Gillian Lynne, la creadora de musicales como Cats y El fantasma de la ópera. Cuando era pequeña, su madre la llevó al médico, porque los profesores decían que era incapaz de estarse quieta y de atender en clase. No sabían qué le pasaba. Por entonces no se había inventado el síndrome de la hiperactividad. Las personas no sabían que podían enfermar de eso. Los médicos no tenían tests que explicaran que una persona así está enferma, y que necesita atiborrarse de pastillas para ser normal. Así que el médico encendió la radio y le dijo a Gillian que iba a dejarla un rato allí, porque quería hablar a solas con su madre. Médico y madre salieron de la habitación y se quedaron observando a Gillian. Ella, al hilo de la radio, empezó a bailar. El médico le dijo a su madre: “¿Ve? Gillian no está enferma. Gillian es una bailarina. Llévela a una escuela de baile”.

Robinson cierra su intervención invitándonos a repensar los principios fundamentales bajo los cuales educamos a nuestros hijos. La única forma de cambiar –sostiene- es valorar las capacidades creativas como lo que son, tener la esperanza de que es bueno que los niños sean lo que son, y asumir que nuestro reto es educarles “completos” para que puedan enfrentarse a ese futuro del que nosotros no sabemos mucho, pero para el que ellos han de estar integralmente preparados.

1 comentario:

  1. Gracias Álvaro, ¿ a quién (pre)ocupa la educación? Creo que aún más que a los profesores les debe ocupar a todos los que aún tenemos mucho que aprender, entre los que se encuentran nuestras alumnos. Por eso Ken Robinson puede ayudarnos a comprender cómo aprendemos realmente. En nosotros, en cada uno, está el verdadero "sistema" educativo. En el sujeto que aprende...

    Una revolución personal que sólo encuentra ILUSIÓN (la acepción española) desde la VOCACIÓN.

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